Historias de la tele por Miguel Herrero


El Kiosco

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Este programa infantil nació el 2 de Octubre de 1984, una buena época para este tipo de espacios ya que esa misma semana arrancaba también "La bola de cristal". Para llevarlo a cabo pensaron en la dirección de un veterano de TVE, Ramón Pradera, y la presentación de Verónica Mengod, una jovencita que había hecho coros para otros conocidos programas dirigidos al público menor edad. Su emisión era de Lunes a Jueves en la Primera Cadena hasta el programa número 74. A partir de entonces, transcurrido casi medio año desde su comienzo, pasó a tener una sola cita semanal los Jueves. Pasó de media hora a una horita completa, diversión asegurada.
 
 "El kiosko" venía a ser la recuperación del formato de "Sabadabadá" pero algo más moderno. Unos meses antes había finalizado el espacio que presentaba Torrebruno con Sonia Martínez. En aquel, Sonia hablaba con un muñeco llamado Paco Micro y a quien le ponía voz el simpar y eterno Pepe Carabias. Pepe se había hecho famoso por sus breves apariciones en el "Un, dos, tres" de Kiko Ledgard y por dar vida (que no voz, pues era mudo) al "Monstruo de Sáncheztein" con María Luisa Seco. La voz de Paco Micro gustó tanto que mejoraron su presencia muñequil y es que la calidad de Paquito era bastante limitada. Por ello, los reponsables de TVE se dirigieron directamente a la factoría Jim Henson para que elaboraran un ser con la calidad de  los teleñecos, de su propiedad, como la rana Gustavo o la cerdita Peggy. En la cadena pública ya habían visto el éxito que podía reportar un nuevo ídolo infantil debido al éxito desbordador del bueno de Espinete. Precisamente en el primer programa de "El Kiosko" nos mostraban un curioso reportaje del proceso de creación de Pepe Soplillo desde que sólo era un montón de elementos artísticos sin más. Impresionaba ver cómo se iba formando al muñeco desde el brazo de escayola de muestra que le habían sacado al propio Pepe Carabias. Su manipulación debía ser perfecta. Y este actor aparecía con Verónica Mengod en ese espacio inicial para explicar la labor que iban a llevar a cabo. Ya después se presentaba al simpático personaje con una gorrita de moda y un jersey azul con las letras "PP" , que ilustraba su nombre con facilidad y ajeno al sentido político que tendría hoy día. Pecoso el pequeñajo y con una graciosa nariz, era algo holgazán, muy crítico con el contexto que le rodeaba, bastante quejica y se enfadaba con facilidad. Todo ello tenía como resultado una verdadera monada para comérsela. Precisamente su voz remataba ese concepto de chico inconformista pero tierno cuando Verónica le apretujaba el morro.

Soplillo y Mengod se encargaron de amenizar las tardes de mediados de los 80 sirviendo de enlace a los contenidos del programa, que eran bien variados. Por una lado estaba el "Baby disco", la parte más moderna del programa. Inspirado en la época de "Dabadabadá" cuando un grupo de ballet hacía play-backs de canciones de los últimos años, aquí estaba más trabajado. Usaban una serie de canciones, principalmente extranjeras, para representar la situación del contenido de esos temas con una puesta en escena destacable y unos niños con bastante salero y haciendo sus pinitos en el mundo de la interpretación. Tal fue su relevancia dentro del "Kiosco" que se llegaron a entregar unos Premios Oscar a modo de gala televisada con galardones a los mejores efectos especiales, de interpretación, etc. La mismísima Verónica Mengod se encargó de hacer algunos números (como el tema "Pruébalo") aunque era el sintonía principal del programa el que ocupaba más su atención. De hecho se acercó a otros platós, como el de "Mazapán", para cantarlo ante la masa infante.
 
 La canción de "El kiosko" era todo un grito de ánimo y una llamada de atención clara al joven espectador. Decía que "si tus cosas no van muy bien, no te apures, alégrate, todo tiene solución. "El kiosko" te hará soñar, puedes reír y disfrutar. Todo lo tienes aquí". El coro remataba "aquí estamos para jugar y, cómo no, para soñar". Básicamente se destinaba hacia actividades con un trasfondo educativo, respetando los derechos de los menores y cercano a las materias que se estudiaban en el colegio. Así, había reportajes sobre la naturaleza, entrevistas con niños que habían destacado en alguna actividad concreta como las manualidades, la poesía, el dominio de algún instrumento musical o los deportes, como ocurrió con el subcampeón mundial de tenis infantil. Se trataba de hacer entender a los niños que eran importantes, que podían llamar la atención si estudiaban o si ponían en práctica todas sus habilidades.
 
Otros apartados a destacar eran las mini secciones que más relevancia obtuvieron. Sin duda, la que más llamaba la atención era la que llevaba a cabo el dibujante José Ramón Sánchez. Era lo mismo que había hecho con Mayra y Rosa Mª Otero en "De 11 a 1", luego conocido como "Sabadabadá". Sánchez acercaba a los niños diferentes temas de la vida cotidiana como el cine, la naturaleza, el circo, el espacio o los medios de transporte a través de sus trazos rápidos y efectivos con caras grandes y brazos largos pero con una breve estatura, con piernas muy finas. Aquellos magníficos garabatos representan la estética de toda una generación en cuanto a libros escolares se refiere. Era uno de los momentos más distendidos y originales pues se demostraba que con imaginación, una hoja y un boli se podían hacer pequeñas obras artísticas.
 
En las labores de presentación ayudó durante un tiempo Alberto Closas Jr, el hijo del genial actor, que complementaba ese dueto "hombre-mujer" que tan bien resulta en televisión. Hacía de "genio", del típico listillo que es capaz de crear un objeto útil con cuatro trastos inservibles. Otro que se paseó durante una temporada por el plató fue el humorista Joe Rígoli, intentando reciclarse en los 80 de un humor algo trasnochado. Con una voz cada vez más ronca y un aspecto algo "freak" más cerca de don Jaime de Marichalar que de un presentador de la década de la movida, se encargó de un concurso mezcla de los más exitosos espacios americanos. Venía a ser una "ruleta de la fortuna" sin ruleta, adivinando refranes letra a letra. Una infinidad de premios descafeinados iban a parar a los colegios. Se repartían bicicletas como churros, walkman y juguetes, siendo la estrella el viaje al zoo o el ordenador modernísimo...para la época.
 
Curiosamente, "El kiosco" supo aunar las tradiciones con lo que estaba de moda. Así, los niños y niñas ochenteros podían escuchar en "El kiosco" igual un tema de la lista de éxitos musicales como "Never ending story" de Limalh o canciones del grupo "Objetivo Birmania" que coplillas del folklore popular con Joaquín Díaz. Igual el ballet de Víctor Ullate, el mago Azag Agag, los manipuladores de marionetas, la entrevista a la niña violinista, al ventrílocuo André Astor que las pompas de jabón que, magistralmente, dominaba Pep Bou.
 
A estas alturas del relato, uno piensa el por qué le llamaron "Kiosko" a este programa. Seguramente porque uno de los sitios que más atención ha llamado siempre a un niño es la caseta llena de gominolas, piruletas, chicles y otros dulces de colores que se combinan con cómics, portadas de revistas y todo un mundo de elementos atractivos. Y tal vez de esa combinación de colores, de materias y de objetos nació el nombre del espacio infantil. Y resultó bien, muy bien. Su éxito se prologó dos años, hasta el 25 de Junio de 1987. Y su despedida fue, posiblemente, una de las más emotivas que he visto nunca. Reunidos en la pista de baile los integrantes del espacio, recibían a quienes les habían dejado meses atrás, como José Ramón Sánchez o Alberto Closas, a las chicas de "Objetivo Birmania", el cuerpo de baile de los números musicales y Verónica con Pepe Soplillo. Todos cantando la canción de despedida "llegado ya el momento de nuestra separación..." Resulta difícil no tener la carne de gallina cuando tus compañeros de viaje, los que no faltan a su cita semanal, llueva o truene, te digan adiós para siempre. Mientras que la Mengod ha sido habitual de series como "La casa de los líos" o "Ala Dina" demostrando que el paso del tiempo no le afecta y con un "cameo" retrospectivo en el capítulo piloto de "Gominolas", a Pepe Soplillo le perdimos la pista. Si su "alma" ha seguido en los programas de Cruz y Raya, su forma física se perdió. No se sabe dónde está Soplillo. Se rebuscó sin parar en el 2006 para devolverle a TVE en su 50 aniversario en el especial "¿Cómo están ustedes?". Al menos sí unieron a Carabias con Verónica para oírle de nuevo cómo se dirigía a la presentadora: "Hola, pelipetirroja!!, iuju!!!". También Juan Ramón Lucas les unió el año anterior en el espacio de corta duración "Esto es vida" (ahora trabajo en uno de igual nombre). Allí, Carabias llevaba una pequeña marioneta de su inolvidable personaje pecoso. Nada que ver el merchandising que generó aquél con el que generan los Lunnis. Prácticamente no se explotó al personaje y eso que pudo haber dado mucho juego.
 
A Pepe Carabias le entrevisté en los Premios de la Unión de Actores. Es el típico profesional que no llega a creerse que una multitud de niños y niñas de 30 años le puedan seguir queriendo tanto. Se trata de agradecer el esfuerzo, el trabajo, la obra, la vida que transmitió a un sencillo peluche. Y tiene mérito, hay que ser muy grande para que un trozo de latex pueda ser considerado una joya televisiva. Un brillante en mi videoteca.

Capturas de un programa de "El kiosco"

 

 

Verónica Mengod y Pepe Carabias

Vídeos de la entrevista a Verónica Mengod y Pepe Carabias (21-1-2011)

 


Historias de la tele por Miguel Herrero

 

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