Historias de la tele por Miguel Herrero


Los programas que anunciaban la programación de TVE (1)

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La historia de los programas de avance de contenido de la programación de TVE data de principios de los años 70, cuando José Luis Uribarri se hizo cargo del programa “TVE es noticia”. La idea era muy inteligente y barata. Por un lado, se promocionaban los espacios de las dos cadenas para hacerlos más atractivos al espectador. Y por otro, se rellenaba una parte de la parrilla con ese mismo contenido. Esto incluso permitió que se hicieran programas “a posteriori”, con lo mejor que se había emitido durante la semana anterior. Aquello fue un éxito de Alfredo Amestoy llamado “Vivir para ver”, primer intento del zapping. Un antecedente de este tipo de espacios estaría en el NODO, donde se ofrecían reportajes sobre programas como la “TV escolar” o las marionetas de Herta Frankel.

Con los cambios de directiva de la cadena pública, Uribarri pasó a otros menesteres fuera de cámara, como director de Relaciones públicas de la cadena. Por ello el programa se reconvirtió en “El mundo de la televisión”, presentado por Santiago Vázquez en colaboración con una futura azafata del “Un, dos, tres”, Marián Flores, hermana de un niña que daría mucho que hablar dos décadas después, Mar Flores.

 

   

 

Pero el éxito de este tipo de espacios no llegó a su cima. El 18 de noviembre de 1976 comenzaba “625 líneas”, un magazine que trataba profundamente el mundo de la televisión. Una apuesta más arriesgada porque no se trataba solo de avanzar contenidos sino de exprimir al máximo todo cuanto ocurriera en la programación, animando a que los famosos presentaran sus propios espacios antes de emitirse, y aderezándolo todo con otras secciones que entretuvieran al espectador como si se tratara de un musical, un infantil, una telecomedia… Día a día, con cortinillas para cada día de la semana, con diseños muy avanzados, por ordenador.

Su director fue José Antonio Plaza, corresponsal ya muy conocido para los espectadores por sus crónicas desde Londres y por aquel “35 millones de españoles mirando la peseta” junto a Amestoy. Él también iba a dar la cara como presentador, pero acompañado por Paca Gabaldón, una actriz conocida como Mary Francis, de voz grave y gran talento. José Antonio y Paca daban paso a breves escenas de las series, películas y programas que se verían en los siguientes 7 días. Por eso, el día elegido fue el domingo. Para animar a los espectadores en las horas previas al duro comienzo de la semana. En “625 líneas” pesaba mucho el humor, la ironía pero también el triunfalismo, del que le acusaron los críticos. De hecho, siempre se pensó que el programa favorecía la imagen de la cadena pública ya que viendo ese magazine daba la sensación de que las emisiones eran mejores de lo que los espectadores sentían. Aún así, estamos en una época muy interesante en el medio, con grandes títulos para la posteridad televisiva.

   

 

No hubo famoso de la época, a excepción de Carlos Larrañaga, que se negó a ir gratuitamente, que no acudiera al plató a promocionar su paso por la tele en los siguientes días, y ya de paso para dar a conocer sus proyectos. Así lo hicieron innumerables actores y cantantes. Lo normal era que cada uno tratara aquello que conocía. Es decir, que los cantantes anunciaban musicales (y cantaban una pieza), los actores la parcela de teatro, etc. Fueron numerosos los humoristas que colaboraron de una manera regular. Así, de los primeros fichajes estuvieron Andrés Pajares como “el currante”, Beatriz Carvajal con sus encuestas y Josele con sus llamadas telefónicas. Los más polémicos fueron Tip y Coll, que hicieron populares varios latiguillos, como su saludo “ñoras, ñores” o su despedida semanal, “la próxima semana hablaremos del Gobierno”. Tanto prometieron tratar el tema político que fueron censurados en varias ocasiones. Portadas de revistas de la época reflejan el impacto de esa censura que se suponía acababa de desaparecer con la muerte del dictador.

En el verano de 1977 el programa se tomó un descanso pero la labor informativa en este campo televisivo no se detuvo. Para ello se hizo otro programa, llamado “La semana que viene”, en el que Fernando Pieri, locutor de continuidad y voz de la rana Gustavo de los 80, informaba brevemente de la programación, con una entrevista en plató a colegas como María Luisa Seco. En septiembre regresaba “625 líneas” a su lugar de los domingos. Plaza decidía apartarse de la presentación, quedándose solo como director, y Paca Gabaldón pasó a “300 millones” con poca fortuna. Su hueco era ocupado por una de las parejas más populares de los años 70, Mayra Gómez Kemp y Juan Santamaría. Ambos eran actores. Mayra venía de su aclamada participación en el “Un, dos, tres” de Kiko Ledgard como cómica de la subasta y con sus compañeras del trío Acuario. Y Juan era actor teatral, que llenó revistas del corazón por su romance con una de las gemelas Hurtado, Fernanda. Juan mantenía el tono de Plaza aunque menos engolado y Mayra le aportaba la ternura que siempre le ha caracterizado. Por entonces, “625 líneas” tuvo varias colaboradoras, como Aurora Claramunt, que informaba de la programación del circuito regional de TVE en Cataluña, o Roxanne, una chica de color cuando sólo aparecían personas con otros rasgos en series americanas. Victoria Abril fue fichada para avanzar los musicales, al igual que harían las Trillizas de oro, aquellas tres jóvenes que acompañaban a Julio Iglesias en los conciertos. Hubo concursos para acertar el anuncio de la semana, reportajes sobre cómo se hacían los programas, cómo se doblaban las series, para que los espectadores hicieran peticiones, resúmenes anuales… Con todo, es normal que llegara a ser el programa más visto de toda la semana y que recibiera el premio Ondas por su gran trabajo. Y es que hasta la sintonía era un alarde de buen gusto, pegadiza y moderna, una creación de Atomium, que también sacó en disco.

   

Tanto éxito que el mismo Plaza llevó a cabo otro programa simultáneo en el que se cambiaba la temática televisiva por cinematográfica, “24 imágenes por segundo”. Lo presentó Isabel Tenaille con el mismo tono de “625 líneas” pero el éxito no fue el mismo y desapareció pronto de la parrilla. Mayra recibía el premio TP a la mejor presentadora por esta labor. Y aunque Tip y Coll fueron repescados para su sección, ahora con una mascota llamada la Currucata, una especie de figura humana sin cuello, sufrieron una nueva censura por la que decidieron acabar con el contrato. Entonces fue el turno de una pareja que se ganó el cariño del público, Juanjo Menéndez y Jesús Puente, que después harían cine, series y anuncios publicitarios de gran calado. El gran puntazo del programa se lo llevó la entrevista internacional. En plató se contó con visitas muy importantes, de estrellas de series como “Raíces”, “Holocausto”, “Eduardo VII”, el prota de “Poldark”, Melissa Sue Anderson de “La casa de la pradera”, la malvada Sra Oleson, o Paula Wilcox, de “Un hombre en casa”. Cada visita suponía un gran fenómeno mediático, como prueban las fotos de Mayra rodeada por un tumulto de personas en los aeropuertos, antes de la grabación y de la posterior cena con los presentadores y baile en tablao flamenco, que nunc a faltaba. Incluso se fue a entrevistar a los Roper a Reino Unido.

  

La popularidad de Mayra era estratosférica y decidió dejar el programa para dedicarse a la canción en solitario, con un disco propio que no obtuvo el éxito esperado. El puesto de Juan y Mayra fue ocupado por Santiago Peláez, que ya colaboraba hablando de los deportes. Se acompañó de locutoras de la casa como Marisa Abad, Isabel Borondo, Eva Gloria o Marisa Medina, que volvía a televisión una vez que se le acababa de terminar su larga excedencia. Pese a la marcha de Mayra, ella se hacía cargo de esas entrevistas internacionales, como la de Cousteau, ya que era la única profesional de la Casa que sabía hablar en varios idiomas. “625 líneas” contaría entonces con el humor de doña Croqueta y Juanito Navarro, don Cirilo, en aquellas charlas sobre el mundo de la tele. Una marca de la casa era el fondo de hojas otoñales que aparecían detrás de los invitados. La fórmula parecía irse agotando. En 1980 se hicieron concursos en el que participaban los propios presentadores, se trataron noticias como la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente y aún se recibió la visita de gentes de postín, como el malo de “Hombre rico hombre pobre”, Falconetti. Pero el 5 de abril de 1981, tras cinco años y con una despedida breve, terminaba su andadura.

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