Biografía Miguel Herrero


Semblanza sobe Miguel Herrero realizada por Antonio Sempere

Miguel Herrero fue un célebre concursante del programa de Cuatro Soy el que más sabe de televisión del mundo. Lo recordarán bien todos los teleadictos que siguieron con fidelidad aquel concurso de los sábados fundacionales de la cadena de Sogecable. Cuando nadie sospechaba, ni ellos mismos, que acabarían constreñidos a la fusión con Telecinco.

Miguel Herrero, vallisoletano de Portillo, demostró semana tras semana que lo sabía todo. Del presente y del pasado televisivo. Sobre todo del pasado. Y, desde entonces, lo viene demostrando en numerosos programas de la televisión de su tierra. Allá se le puede ver, en la nueva cadena autonómica de Castilla y León, los viernes por la tarde, en El rincón de Miguel. Cortesía de la conductora del magacín de tarde, Cristina Camell.

Lo bueno de estos tiempos de Internet es que cualquiera puede seguir los programas de Miguel Herrero. Escribes su nombre, o el de su blog El retrovisor, pinchas en el navegador, y allá que te aparecen sus entregas. Pero mejor sería que este señor tuviese su propio espacio en una emisora de difusión nacional.

Sus ilustres invitados hacen cola por acudir al plató: Mayra Gómez Kemp, José Luis Uribarri, Hugo Stuven, Elena Santonja, Consuelo Berlanga. ¿Quién no conoce a Miguel Herrero? ¿Y quién, conociéndolo, no lo ama? Lo sorprendente del caso es que nuestro hombre se parece cada vez más, en los gestos y en las formas, a don Narciso Ibáñez Serrador, a quien venera. Ambos son monstruos catódicos, que han nacido por y para conquistar en el medio televisivo. Que son felices en él y que se quedan mustios, como peces fuera de la pecera, en cuanto lo abandonan.

Si las cosas son como debieran, Miguel Herrero, el hombre que más sabe de la televisión española en el mundo, tendría su propio programa en una televisión nacional. No lo duden. Llegará el día en que todos lo veremos.

Antonio Sempere

Crítico de televisión.


 

Semblanza sobre Miguel Herrero realizada por Carlos Marcos

Quédense con este nombre:

Miguel Herrero. Quizás le vieron participar en el concurso Soy el que más sabe de televisión del mundo (Cuatro), donde demostró que no ve la tele, la devora. La vive, le apasiona y le emociona. Y sabe muchísimo de ella. Bastan unos minutos para darse cuenta de que se ha hecho un máster de presentador por la patilla, pegado a la pantalla del televisor. Aprendiendo de los mejores. Por eso se comporta ante la cámara como el yerno televisivo ideal, para gustar a las madres mientras suelta guiños cómplices y gamberros para seducir al público joven. Y hasta tiene su propia coletilla (“Historia de la televisión”), que pronuncia con énfasis al compás de su dedo índice y que repite una y otra vez pidiendo guerra. Su voz, sus gestos y su saber estar son cien por cien televisivos. Y hasta al hablar recuerda al maestro Chicho Ibáñez- Serrador a quien, por cierto, guarda devoción e imita con maestría. 

Me dicen que trabaja como recepcionista en un hotel y pienso que lo hace para tener algo interesante que contar en las entrevistas, cuando se convierta en la estrella televisiva que está condenado a ser. Como cuando los actores que triunfan en las series hablan en las revistas de sus tiempos sirviendo copas. Se las sabe todas este Miguel Herrero. En Castilla y León ya le han descubierto. Al chaval le han puesto en uno de esos magazines de tarde al frente de una sección nostálgica (La tele de Miguel) que ha convertido en el mejor y más divertido repaso televisivo de la historia catódica de España, sólo superado por aquellos mitómanos programas de Guillermo Summers e Ignacio Salas (magia televisiva). Herrero agasaja tanto a sus invitados con recuerdos de su pasado en forma de vídeos y portadas de TP esquivadas al olvido (todo de su colección privada), que ya han empezado a acudir en peregrinación viejas estrellas de la tele asombradas porque les hagan una entrevista con cariño sin que les griten, les ridiculicen o les insulten a cambio.

Junto a él se sienta Cristina Camell (quédense también con este nombre), magnífica profesional y alma máter del programa (Somos así), procedente del circuito territorial de TVE, que si las grandes cadenas no se hubieran abandonado a los más bajos instintos, hace tiempo disfrutaría de un programa en alguna gran cadena estatal. Pero a la espera de que no haya que despojarse de la dignidad (ni del vestido) para trabajar de presentadora en televisión hace guardia en una garita autonómica presentando uno de esos deliciosos magazines que antes las grandes televisiones reservaban a sus mejores profesionales (Jesús Hermida es el gran ejemplo) y que hoy, simplemente, han dejado de existir. Excepciones excepcionales como ésta al margen.

Gracias al cable, el satélite e Internet las teles pequeñas han dejado de ser el coto privado de su comunidad autonómica. La banalización y el mal gusto de las grandes han obligado a muchos espectadores a buscar refugio y descubrir, tantas veces en el más inesperado punto del mapa, unos programas y unos profesionales que te reconcilian con el medio. La televisión sin fronteras es hoy más realidad que nunca. 

CARLOS MARCOS
Crítico de Televisión

 

Sobre Miguel Herrero

 

 

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